lunes, 2 de septiembre de 2013

Sociedad y Cultura.


Como seres humanos que somos necesitamos vivir en sociedad. Estamos hechos para compartir nuestras vidas junto a otras personas. Necesitamos su presencia, su amistad, su amor e incluso, algunos, su enemistad. Por lo tanto, al ser seres sociales, es vital para nuestro desarrollo y orden unas normas y leyes que arquen pautas en nuestra vida.

Desde el momento en que nacemos se impone en nuestras vidas una forma de vida determinada por la sociedad que nos ha tocado, que con el paso de tiempo ha creado una cultura, a la cual nos rendimos y aceptamos como propia, en la que se ha perdido el valor de las personas para dar valor al bien material.

Pero...¿hasta que punto esa cultura debemos dejar que nos marque nuestro estilo y forma de vida?

A día de hoy, lo que se cree más importante en la vida es el dinero, el "YO", ser mejores que el que está a nuestro lado sin pararnos a mirar si en el transcurso de nuestro camino pisoteamos o machacamos a alguien con tal de ser considerados como personas superiores y, así, poder mirar por encima del hombro a los demás.

Vivir en una determinada sociedad y cultura no significa que debamos aceptar y actuar de la forma que, un día, una persona dijo, pensó o creyó. Si no estamos de acuerdo debemos ser fieles a nosotros mismo, a nuestros principios, tan ocultos entre tanto egocentrismo y vanidad, crear nuestra propia cultura en la que nos sintamos felices y realizados sin arrasar con nadie. Esto no significa que se dejen de cumplir las normas sociales que ayudan a mantener un orden.

Lo bienes materiales, el dinero, el trabajo, etc. se pueden volatilizar en cualquier momento, te lo pueden quitar e, incluso, robar. La familia, la amistad, el amor, tu propia persona, siempre te van a pertenecer si te preocupas de alimentarlo día a día. Nadie te lo puede quitar ni robar.



El amor más puro y sincero.


Sobre las 6 de la mañana, un señoruco, (que se paró a hablar conmigo el otro día) de 98 años que aparenta perfectamente tener 70 años, se camina unos 14 km desde Santander hasta Ciriego todos los días para llevar flores a su mujer que murió hace 13 años. Llevaba con ella 75. La historia de su vida está llena de miseria y penurias pero realmente intensa, maravillosa y para sentirse extremadamente orgulloso de su paso por la tierra. Una persona de una calidad infinita, digna de admiración y veneración. Una historia de amor puro hacia una persona con la que compartió toda su vida y hacia su familia.


Historias que te emocionan y te llevan a reflexionar y cuestionarte el sentido y el camino que quieres en tu vida. Una lección de valores admirable.